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domingo, 27 de diciembre de 2009

¿Donde están los árboles que se prometieron?

¿Dónde están los 45 millones de árboles que prometió Zapatero? Fue una de sus promesas estrella en las pasadas elecciones. Con ella pretendía llevarnos de calle, y al parecer lo consiguió. Sin embargo, yo no he visto un mal lechuguino desde aquel entonces. Se suponía que el Gobierno iba a plantar un árbol por cada ciudadano español. ¿Dónde está el mío? Ya entonces los científicos advirtieron que el proyecto era insuficiente. Según WWF, de quienes me fío, España necesita 2000 millones de árboles o le tendremos envidia al Sahara dentro de unos años. ¿Parece descabellado? No estoy tan seguro.
La administración, que no ha plantado ni uno desde que pasaron los comicios, alude a la mala situación financiera para excusarse la trola. Pamplinas, que diría el Tío Gilito. Etiopía, que no es precisamente una potencia económica, plantó 700 millones de árboles en un solo año. El caso de La India nos deja incluso peor: no fue el Estado, sino una sola provincia, Uttar Pradesh, la que plantó 10 millones y medio ¡en un día!

No me toquen las bellotas. No plantan los árboles porque no les da la puñetera gana. Sería necesario contratar ingenieros forestales, técnicos de mantenimiento, personal para la plantación y vigilancia. Si se cumpliese la promesa de Zapatero, se crearían tres mil puestos de trabajo estables con una inversión de 90 millones de euros. Si se realizase la propuesta de WWF (¡no caerá esa breva! nunca mejor dicho) la cifra se dispararía: 150.000 empleos con una inversión de 4000 millones. ¿Despilfarro? A mí no me lo parece; no así lo que se está haciendo. Parchear la economía a base de arreglar aceras y levantar unos pocos más edificios (como si no sobrasen).

Tapar el suelo con asfalto, ¡muy ecológico! Como sigan así, no habra un pedazo de barbecho donde plantar una mala toba. España se está convirtiendo ya en un desierto. No sólo no plantamos un simple cebollino, sino que encima nos comemos los ajenos (la Amazonia, por ejemplo). Pero es que este país va a lo fácil: es más sencillo tirar carreteras que restaurar bosques. Es más sencillo ganar elecciones a base de tangar al ciudadano y lavarse las manos, que pensar en el futuro de todos.

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